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sábado, 26 de noviembre de 2011


Se me quedaron las sonrisas calladas clavadas en las agujas del reloj, se paró el tiempo, y quise que los minutos fueran eternos. Dicen que una mirada vale más que mil palabras, y yo digo que la complicidad de una sonrisa puede durar tantísimo tiempo en nuestra mente que alcanza un grado de complicidad inolvidable.
Y ahí es donde entras tú,porque ahora sé que seguir viviendo no es pasar las hojas de un calendario sino entender que cada hoja de ese calendario es única e irrepetible.

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